El Caballo y los Còlicos

El estómago del caballo está dividido en dos secciones, las cuales tienen diferencias en su anatomía y fisiología. Los alimentos entran en el esófago y llegan a la sección no glandular, donde empieza la fermentación bacteriana. Aquí está involucrada principalmente la lacto-bacteria, que convierte los azúcares simples y los almidones en ácido láctico. Esta actividad microbiana y la degradación de los alimentos se para cuando entran en el fondo del estómago y se mezclan con los ácidos en los jugos gástricos. Cuando el caballo ingiere grandes tomas de cereales, el bolo alimenticio tiene mucha materia seca y el contenido del estómago tiene menos líquido que si el caballo estuviera comiendo hierba en el prado. Los alimentos secos se mezclan peor con los jugos gástricos y en ellos pueden sobrevivir bacterias que producen ciertos gases. Esto aumenta el riesgo de trastornos en el proceso de la fermentación y un incremento de la producción de gases.  

 
Este problema se podrá diagnosticar si el caballo ha ingerido suficiente como para mostrar síntomas pero hay muchos casos en los que no llegan a ser diagnosticados. Depende de cuánto come el caballo, a qué velocidad, la cantidad de azúcares y almidones disponibles en el alimento y la población microbiana del animal en particular.

El caballo produce ácido de manera continua y en la naturaleza, el caballo salvaje produce saliva constantemente debido a su comportamiento natural de estar pastando hierba durante la mayor parte del día.
La saliva ayuda a suavizar el jugo gástrico y puede ayudar a generar una película protectora del epitelio plano. Además, si el ejemplar vive en condiciones naturales que le permiten moverse puede ayudar a aumentar el movimiento del contenido del estómago hacia el tracto gastrointestinal.

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